jueves, 27 de enero de 2011

El filósofo en Calle 13 siguiendo las astillas de lo mesiánico






Walter Benjamin es un filósofo que me atrapó en 1997. Quedé hechizada por la vida que nos contó Javier Erro Sala en una clase en la Universidad. Después, otras lecturas y otros autores me lo volvían a acercar. Quizás quienes nos formamos en el campo del periodismo y las comunicaciones nos hemos topado con su nombre más de alguna vez.

Benjamin es un personaje fascinante. Necesitaré otro post para hablar de él. De momento, basta con decir que desde que supe de su vida, de sus incómodos e incomprendidos escritos, de su huida de una París invadida en 1940, de su trágica muerte en un pequeño pueblo de frontera en España, no he podido sacármelo de la mente y el corazón. He leído todo lo que he podido de él. Al principio sin entender casi nada. Poco a poco he encontrado en muchos de sus textos las palabras exactas que traducen algunos de mis miedos, de mis dudas, de mis pasiones.

Tesis de filosofía de la historia (1940) es uno de los textos que, por intuición, más me ha gustado. En él habla del "tiempo mesiánico". Lo leo y lo releo para hacer mío lo que significa. Aunque con pláticas entre amigos, con otras lecturas o con esas conexiones que hace la mente me lo he ido apropiando, ha sido con Calle 13 que mejor he experimentado, en la práctica, qué puede ser eso.

El tiempo mesiánico es la posibilidad de buscar en el pasado el vehículo de la redención y la comprensión del presente. La historia de los pueblos es la historia de vencedores y vencidos. El tiempo mesiánico fija una imagen del pasado tal como se presenta en el instante de peligro para los vencidos. Es la posibilidad de encender la chispa de esperanza en medio del horror que produce la barbarie. Eso es lo que hace Calle 13.

De las canciones más populares, como Atrevete-te-te y No hay nadie como tú (con Café Tacuba) a la poesía de Un beso de desayuno, la calle de Visitante y Residente me atrapó. Pero las astillas de lo mesiánico que había leido en Benjamin se me clavaron con su documental Sin Mapa (2009).

Después de dos años de una exitosa carrera musical que los etiquetó como reguetoneros, Residente y Visitante quisieron ir más allá de las ciudades que visitaban en sus giras para conocer qué era eso que llamaban Latinoamérica. El documental es fascinante por las distintas voces e imágenes con las que nos dibujan su mapa nocturno. Pero la fuerza de lo mesiánico me estremeció con las letras y músicas preñadas por ese viaje. Pa'l Norte , su colaboración con Mercedes Sosa Para un niño de la calle y, ahora, casi todas las canciones de su último disco Entren los que quieran (2010) me hacen sentir el dolor, la esperanza, la lucha, el miedo de tanta gente. El hoy del que habla Calle 13 está poblado por imágenes del pasado (lejano y no tan lejano) que con voz propia reclaman redención. Una de las canciones más estremecedoras es Latinoamérica. Con ella reconozco que "tengo mis pulmones respirando azul clarito".

El tiempo mesiánico es el que capta del pasado lo que amenaza con desaparecer en cada presente; es la posibilidad de alimentar la confianza, la astucia, el coraje, el humor que hemos heredado de los vencidos y que desafía la victoria de los vencedores. El tiempo mesiánico es el que nos permite perdonar sin olvidar y honrar a los que parecen olvidados en la historia oficial. Al escuchar este disco, veo a Benjamin caminando por esa calle festiva e incómoda que es Calle 13 y yo me apropio un poco más de eso que el filósofo escribió tan lleno de esperanzas.