jueves, 14 de octubre de 2010

Perturbar en los espacios


Mario Lungo fue un perturbador. Lo sabía. Él sabía que los arquitectos, los ingenieros, los planificadores urbanos y todos los que construyen en el espacio no solo lo transforman físicamente. Él sabía que, sobre todo, transforman la experiencia de quienes vivimos en ellos.

Este fin de semana vi una película que hubiera querido ver con él. En Play Time, de Jacques Tati (1968), un maravilloso Monsieur Hulot nos cautiva con lo paradójica y absurda que puede llegar a ser la experiencia urbana moderna. Laberintos, juego de espejos, el individuo y la multitud, lo deslumbrante y lo inacabado... una escena tras otra nos muestra qué tanto pueden perturbar los espacios.

La experiencia de estar en un laberinto la tuve la primera vez que fui a Multiplaza, en San Salvador. También, chocar con una puerta de vidrio sin ninguna mancha y hacerla estallar en mil pedacitos le pasó a un amigo en otro centro comercial. Ser confundido o confundir a un cliente con un vendedor en una exposición o tienda es una experiencia común. He escuchado historias de gente que le habla a los sanitarios, lavamanos o secadores de mano automáticos. Como dijo Tati en una entrevista, todos llevamos un comediante dentro y si nos movemos en el cambiante escenario urbano las situaciones absurdas e inverosímiles se vuelven cotidianas.

Como Tati, Mario no fue pesimista. Fue sumamente crítico con el afán modernizante de los urbanistas. Con Tati esa crítica se vuelve ironía y recuperamos lo que de humanos podemos inyectarle a esos espacios automatizados y perturbadores. No se pierdan Play Time para descubrir cuánto de esos absurdos seguimos viviendo en las ciudades y edificios de hoy.

jueves, 19 de agosto de 2010

Un jueguito, por favor


Aldito tiene 3 años y Natalie 8. Son los hijos de unos amigos. Ellos están en las reuniones de amigos en los que los adultos somos la evidente mayoría. En las reuniones pensamos en nosotros, los adultos. No es que seamos fríos. Sencillamente son ritmos e intereses distintos. Los game-boy (juegos de video portátiles) son de gran ayuda para los adultos que mantiene a los niños entretenidos en su mundo paralelo.

Además de los videojuegos portátiles, son de gran utilidad los juegos de video de consola, del que algún amigo adulto también disfruta y a petición de Aldito suele jugarse de vez en cuando. Si lo que los adultos necesitamos es que ellos se las arreglen solos, no hay mejores aliados que You Tube, el portal de videos en el que pueden encontrar videos de películas o caricaturas que disfrutan. Cómo olvidar, en el repertorio de entretenimientos actuales, los sitios de juegos en internet como nickelodeon (http://www.nick.com) o el sitio de Disney (http://home.disneylatino.com).

En las reuniones, de vez en cuando alguno se sienta a la par de los niños e intenta entrar momentáneamente a ese mundo en el que ellos están hipnotizados, para tranquilidad de los demás que seguimos en conversaciones, cuentos y risas. Ese que se sienta con ellos nos alerta a los demás de algún descubrimiento que ha hecho sobre la habilidad con la que los niños se mueven en los mundos tecnológicos.

La destreza con la que Aldito y Natalie se mueven y usan las tecnologías no deja de maravillarnos. Son ellos quienes nos explican cómo entrar a los sitios y cómo superar las pruebas moviendo de manera precisa y eficiente los recursos que los juegos tienen y el cuerpo. La torpeza es mayor entre quienes tienen más años. El desconocimiento y el miedo a estas nuevas maneras de jugar y aprender establece una brecha, por ejemplo, entre los niños y los abuelos.

Con Natalie y Aldito compruebo aquello que la antropóloga Margaret Mead (1970) dijo ya hace unas cuantas décadas: los niños y jóvenes educan, cada vez con más competencia, a los adultos. Ojalá que estemos a la altura de esas nuevas maneras de aprender. Ojalá que en esos espacios donde los adultos somos mayoría, la habilidad de los niños de manejarse en los mundos tecnológicos vaya más allá de una estrategia para mantenerlos entretenidos y podamos aprender juntos en un mundo cada vez más complejo.

domingo, 1 de agosto de 2010

Instrucciones útiles


Tortillas de maíz

Instrucciones para masa:

Mezcle 2 tazas de Maseca con 1 1/4 tazas de agua y 1/4 cucharadita de sal durante 2 minutos hasta formar una masa suave. Si la masa se siente seca, agregue cucharaditas de agua (una por una).

Instrucciones para tortillas:

Divida la masa en 16 porciones iguales y forme bolitas. Tápelas con una servilleta de tela húmeda para mantenerlas suave. Aplane cada bolita entre 2 hojas de plástico grueso en una prensa para tortillas hasta que la tortilla mida 15 cm de diámetro. Caliente un comal o sartén a fuego medio alto. Retire el plástico de la tortilla con cuidado. Cocine cada tortilla por 50 segundos, déle vuelta y siga cocinando otros 50 segundos. Tape las tortillas con una servilleta de tela para mantenerlas suaves y calientitas.

* Receta tomada de un paquete de Maseca made in Texas, comprado en Winter Park, Florida. Agosto 2010.

P.d.: Si no se tiene prensa para tortillas, palmee la masa hasta darle la forma deseada o posible (modo salvadoreño).

viernes, 23 de julio de 2010

Sabores, aromas y nostalgias


Rubén es matemático. El pensamiento lógico, los datos objetivos que sustentan las afirmaciones y los distintos métodos estadísticos han sido sus herramientas para entender el mundo. Con él estoy compartiendo mi vida y el asombro con el que los dos estamos descubriendo nuevos mundos. Muchos de esos descubrimientos no siguen las reglas del silogismo a las que Rubén estaba acostumbrado. El mercado nostálgico, del que yo le había hablado por los trabajos de amigos y colegas salvadoreños sobre la diáspora salvadoreña y de la migración en general, era uno de esos temas que me escuchaba con incredulidad.

Rubén es cubano. Salió de Cuba hace 7 años. Vivió 4 años en Guatemala en donde se acostumbró y disfrutó de la comida, de las celebraciones familiares y de amigos salvadoreños y guatemaltecos. Los últimos 3 años ha vivido en la Florida y la mayoría de sus amigos son cubanos. Con ellos, los sabores de la isla han regresado a nuestra mesa. Un día nos ofrecieron café cubano. Mientras lo tomábamos, Rubén dijo emocionado que era igualito al que tomaba en su casa. Empezaron a salir distintas historias y recuerdos relacionados con el café cubano. Un amigo contó que su abuela vendió café en Cuba. Por ella supo que el café cubano se hacía mezclando un tanto de café con un tanto de chícharos (garbanzos). El café que ella preparaba era el más famoso del barrio. Agradecida con sus clientes, un día su abuela decidió ponerle menos chícharos a la mezcla, para que la gente disfrutara un mejor café. La gente notó el cambio, pero se molestaron. El reclamo fue que ese día se le había pasado la mano con los chícharos, que si seguía así iban a dejar de comprarle su café. La abuela no quería molestar a sus clientes, siguió haciendo el café según la costumbre. La anécdota pasó desapercibida entre los que estábamos allí. Solo el que hizo el cuento y yo nos reímos.

Cuando fuimos al supermercado esa semana, Rubén buscó la marca del café cubano que tomamos en casa de los amigos. Lo tomábamos todos los días por la mañana hasta que fuimos a un lugar en el que venden café de distinto tipo y procedencias. Stardust es un sitio alternativo a la transnacional Starbucks. Mientras yo saboreaba el café, Rubén transformaba su rostro en uno cada vez más desiludionado. Él rompió el silencio y dijo: Caí en el segmento del mercado nostálgico. Qué sabor a chícharo tiene el café cubano!

Desde ese día, Rubén acepta que el café, y muchas otras cosas, es más que un producto de catálogo y mucho más de lo que dicen los expertos sobre el buen café. Hay muchas historias que se relacionan con los distintos tipos de café. Historias personales, historias económicas, historias nacionales... pero sobre todo acepta que ese mercado que llaman nostálgico no es solo producto del marketing y la publicidad.

jueves, 15 de julio de 2010

La salvadoreña que traiga la ensalada


Nunca me gustó la cocina y en casa no aprendí a cocinar. Quizás porque a mi madre tampoco le gustaba. Quizás porque mi tía abuela respetaba mi deseo de no cocinar y ese era su territorio. No sé. Crecí disfrutando las horas de comida porque en la mesa era donde con la familia o con los amigos hablábamos de la vida. Fuera del país, con los amigos de distintos países como familia ampliada sustituta, no saber cocinar me apena un poco. En casa no hay problema porque sigo el consejo de mi madre: busco recetas en internet. Todo se complica cuando nos reunimos y los amigos piden llevar platos de cada país.

Uno de los amigos más cercanos llegó a cenar a casa unas semanas después que empecé mi vida en esta ciudad. Él es cubano. La cocina cubana me gusta. Disfruto mucho los potajes, la sazón que le dan a los picadillos de carne, el sabor del ajo en muchas de sus comidas. Esa noche no taníamos nada especial para la cena: pescado frito, yuca al mojo y ensalada. Después de comer nuestro amigo dijo que esa ensalada le había encantado. El tema pasó inadvertido hasta que fuimos a una comida en la que había más amigos cubanos. Lo primero que me preguntaron fue por la maravillosa ensalada salvadoreña que había comido nuestro amigo en casa. La pregunta me sorprendió. Primero, no entendí de qué ensalada hablaban. Después pensé que era un sarcasmo. Esa sospecha que a veces me invade que un cumplido (sobre todo a lo que yo hago en la cocina) no puede ser otra cosa que sarcasmo. Cuando me convencí que realmente querían saber cómo la había hecho solo acerté a decir que había picado (en trocitos) tomate, pepino, zanahoria y que lo había aliñado con aceite de oliva, sal y limón. Les aclaré que no era una ensalada salvadoreña. No entendía a qué se referían con eso. Les conté que así picábamos la ensalada cuando nos reuníamos con mis amigas.

Unas semanas después hicimos otra comida de amigos. Yo llevé la ensalada, tal como me lo habían pedido. Había otros cubanos. Cuando presentaron la ensalada como "la ensalada salvadoreña", me sonrojé e intenté aclarar que realmente no tenía denominación de origen. No pude. Se me adelantó una chica y dijo: "es cierto, ellos pican así las cosas. Yo conozco una salvadoreña que pica el tomate así con cebolla y algo más. Es delicioso". Me dejaron muda. Reconocí que sí comemos el chirmol, pero que no solo lo hacíamos nosotros. Les hablé de México, de Guatemala, de Nicaragua. Aceptaron mi puesta en contexto esa noche, pero otro día, con otros amigos se repitió la historia.

La ensalada salvadoreña les gusta. Les parece increíble la paciencia que tenemos para picar tanta cosa. Siempre explico que no tenemos el monopolio de esa ensalada, pero he empezado a reconocerme en ella como salvadoreña. Cuando la preparo recuerdo el chirmol para el asado con los amigos, las salidas a comer tacos, las escapadas a la playa con nuestros cocteles de conchas y la Pilsener o la Suprema. Cuando pico las cosas para la ensada salvadoreña no cocino, recuerdo y sonrío.

miércoles, 7 de julio de 2010

Ventanas para mirar Nigeria


Cada quien en lo suyo y mejor no cruzar las miradas para no incomodar a quien por casualidad nos cruzamos de la casa al coche. Ese podría ser un buen consejo para quien viene a vivir a Estados Unidos. Para los turistas y las miradas curiosas hay lugares específicos, pero no los barrios y las calles que la gente camina todos los días en la rutina cotidiana. Por eso, mi vecina nigeriana sigue sorprendiéndome. Tiene unos treinta años y diez de vivir en los Estados Unidos. Ella y su familia fueron, al inicio, prudentemente amigables. Antes de conocerla, de Nigeria solo sabía que estaba en la parte occidental de Africa y que desde 1994 su selección ha participado en el Mundial de Fútbol. Con su padre, arqueólogo y profesor de una universidad en el sur de Nigeria, cruzamos algún saludo mientras estuvo de visita. Tocó nuestro apartamento para despedirse y nos pidió estar atento de sus hijas, sobre todo de la menor que estaba embarazada. Eso marcó un lazo solidario que en el transcurso de los días se ha ido estrechando.

Los lugares se conocen a través de rostros concretos. Más allá del mapa mundi y de la tarea de memorizar las capitales del mundo, los países y sus culturas nos llegan a través de quienes nos permiten conocerlas y aprenderlas poco a poco. Por mi vecina supe que Nigeria es el país más poblado de Africa. El gobierno británico le concedió su independencia en 1960. Gobiernos militares, dictaduras y frágiles procesos democráticos se han sucedido en los últimos 50 años. Esta convulsión política no ha evitado una intensa producción cultural.

Nigeria es la segunda industria cinematográfica del mundo: Nollywood. Su principal mercado son los migrantes nigerianos radicados especialmente en Europa. La distribución de las películas se hace através de redes informales. Mi vecina nos prestó "Yellow fever. Back to Land", una sátira política en la que la corrupción policial, el clientelismo, las relaciones familiares y comunitarias se van dibujando con pinceladas de fuerte histrionismo y socialrealismo.

La música africana siempre me ha gustado. Artistas como Angelique Kidjo (Benín) o Wasis Diop (Senegal) han sido mis preferidos. Gracias a mi vecina ahora conozco a King Sunny Adé. En 1998 fue nominado a un premio Grammy. La música, me dice mi vecina, como las lenguas, son propias de los múltiples grupos étnicos de Nigeria. Tienen sus propias técnicas, instrumentos y canciones. Hay más de 250 grupos lingüísticos y étnicos en Nigeria.

La Nigeria moderna fue eminentemente agrícola hasta que en los años de 1960 encontraron petróleo y gas natural. Esto aceleró un proceso de industrialización que ha ido profundizando la brecha socioeconómica entre los que pueden integrarse en la industria y los que no. También se han generado nuevos y violentos conflictos. El papá de nuestra vecina, junto a otros colegas en la universidad en la que trabaja, está buscando formas de paliar las consecuencias geológicas que la extracción acelerada de petróleo está provocando. Parece una gota en el oceano. No hay certezas. Más que respuestas surgen nuevas preguntas por el papel de los recursos naturales de Nigeria en esta economía global, tan dependiente a las fuentes de energía petrolera.

Hasta ahora, esas han sido mis ventanas para mirar Nigeria. Estoy segura que con mis vecinas iré acercándome a la literatura, a la cocina, a la artesanía, a la sabiduría popular ... Con ellas iré entendiendo eso que llaman interculturalidad.

martes, 6 de julio de 2010

Sobre la eficacia china


Por primera vez estuve en la celebración de la independencia de Estados Unidos. 4 de julio. Como es costumbre, me dicen, lo celebré en una barbacoa con unos conocidos. En la celebración había cubanos, franceses, indios, estadounidenses (los menos) y yo: salvadoreña. Entre las conversaciones de sobre-mesa, alguien preguntó por China. Ese país gigante que lleva cientos de años maravillando y asustando a Occidente.

Qué nos hace tan diferentes? Preguntaba el que no alcanzaba a entender cómo ellos seguían en la ruta de su crecimiento económico en medio de una profunda crisis económica de la que los expertos no terminan de predecir su fin. Yo recordé esos maravillosos reportajes sobre la Ruta de la Seda; la película Hero (Yimou Zhang, 2002); la música de Zhou Yu y Li He; pero sobre todo recordé ese pequeño y fascinante libro de François Jullien "Conferencia sobre la eficacia" (2007, Katz).

Mi inglés aún es bien pobre, pero acerté a garabatear algunas cosas sobre la influencia que por cientos de años ha tenido China en nuestra cultura occidental. El comercio, la culinaria, la estética... son diversos los lugares de nuestra cultura que tienen una huella china. Pero, quizás, lo más fascinante para mi sigue siendo ese descubrimiento que hace Jullien sobre el concepto de eficacia. Al momento de responder me quedé corta, porque no alcancé a organizar tantas ideas sugerentes de ese pequeño ensayo. En Europa, dice Jullien, la eficacia es la ruta más corta para alcanzar un objetivo deseado. En China, la eficacia es indirecta. Hay que buscar en la situación misma las condiciones que permitan el efecto deseado. El efecto no es algo que se obtendrá de la noche a la mañana. Será el producto de una acción que potencie la situación. Se induce una transformación silenciosa que a menudo carece de acontecimiento.

Recomiendo la lectura de este pequeño libro y lo que puedan encontrar de François Jullien. Eso fue lo que hice a quien preguntó por las grandes diferencias entre China y Occidente, en un asado de día de la independencia. Lo que me recuerda que habría que discutir seriamente el sentido de esas celebraciones en un mundo cada vez más interdependiente.

Miradas peregrinas


Ocho meses. Llevo ocho meses en esta ciudad que no es la mía. Siempre he sido un poco nómada. En cada viaje salía con la certeza de regresar a mi casa. Desde hace ocho meses no estoy en mi casa, ni en mi ciudad, ni en mi país. Muchas cosas han pasado en estos meses. Intentaré desde hoy escribir esta bitácora-testigo con las miradas y relatos que están dando sentido cotidiano a mis días.