jueves, 21 de abril de 2011

¡Vos sí que sos una mujer cachimbona!


Eso le dijo el General a la mujer que llegó a implorarle por su marido. Esta fue la primera historia que me contaron de ese momento de locura de mi país. Le siguieron otras más, con otros personajes. Todas mostrando uno de los lados más dolorosos de ese país de donde vengo. Ahora, con el Juicio del General Carlos Eugenio Vides Casanova en Orlando, Florida, recuerdo la historia y con ella alimento la esperanza, que nos es dada por los desesperados.

Era diciembre de 1980. Su marido estaba en la milpa, cuando lo "levantaron" los de la Guardia Nacional junto a otros campesinos, según ellos, por guerrilleros. Al caer la noche y ver que no regresaba, Ella fue a la milpa. Los vecinos le contaron lo que vieron. Sin pensarlo mucho se fue a San Salvador. Tocó puertas. Lloró su angustia con amigos y conocidos hasta que llegó a las puertas de la Guardia. Reconoció el rostro de un hombre que había visto por televisión. Llevaba un portafolio y estaba rodeado por otros hombres con gafas oscuras. Ella se le avalanzó, suplicándole por su marido. Sabía que estaba allí. Su corazón se lo decía. Los hombres que acompañaban al General intentaron apartarla varias veces, pero ella forcejeó. El General, sin inmutarse, le gritó:
- Si decís que aquí está, en malos pasos anda, y así andarás vos.
- No, señor, mi marido solo en la milpa pasa, le insitía Ella.

Pasaron unos minutos. Tras un resoplido el General le dio vuelta al portafolio que cargaba en el capó de la Cherokee que lo esperaba. Mientras caían varias carteras de hombre, el General le dijo, molesto y apurado:
- Hago esto porque me da la gana. Si encontrás la cartera de tu marido aquí, te lo devuelvo. Sino, vos también te vas a quedar.

El corazón de la mujer dio un brinco y agradeció a quien haya escuchado sus oraciones. Una semana atrás Ella compró la cartera que ahora le devolvería a su marido. Sin dudarlo, la señaló. El General, riéndose, con esa seguridad que le da el poder a quienes deciden sobre la vida y la muerte de los pobres-diablos, le dijo:
- A ver, decime qué lleva dentro.

Ella le recitó todo lo que llevaba, con una fuerza que viene del más allá.

Al confirmar lo que la mujer le decía, el General le dijo:
- ¡Vos sí que sos una mujer cachimbona! Una mujer así me vendría bien. Traigan al hijueputa y désenlo. Pero vayánse ya, antes que me arrepienta.

Hace años me contaron la historia. Después he escuchado y leído otras más. Ahora, acá estoy, frente a la puerta de la sala de la Corte de Inmigración de Orlando. En un juicio de deportación, el General Carlos Eugenio Vides Casanova es acusado de violaciones a los derechos humanos durante la guerra civil en El Salvador. Si lo deportan, en El Salvador no pasará nada, por la ley de Aministía que lo protege a él y a otros tantos. Frente a la puerta pienso en el dolor y la angustia de hombres y mujeres que vivieron esos años de odio y persecusión. Frente a la puerta agradezco estos momentos en los que se enfrentan a estas historias quienes se han protegido en el anonimato y han tenido en sus manos tal poder de decisión.

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